Regresé de Senegal a Tenerife el pasado 14 de Febrero. Ya estamos finalizando abril y en dos semanas viajo de vuelta, esta vez por un periodo un poco más largo que el anterior.
Han sido algo más de dos meses de ciclones y remolinos de momentos suaves e intensos, enriquecedores y agotadores, dolorosos y placenteros, en la cueva y en pleno vuelo, tiernos y duros, agrios, dulces, ácidos, amargos y salados.
Hoy, aquí y ahora, los vientos amainan, empieza la calma y los preparativos para el viaje ocupan casi todo el tiempo y el espacio. Disfrutar de los días previos a un viaje es muy bonito, se asoma la ilusión por todas las rendijas e ilumina cada instante.
El proceso comienza en organizar qué recuerdos, qué aprendizajes, qué recursos me llevo en la maleta. Qué libros abro, qué libros cierro, qué libros marco y dejo a la espera de un buen momento para retomar, qué historias ato a mi cuello para que me acompañen en el camino, qué historias abandono al borde del mismo para que su peso no me impida avanzar ligera.
También es importante valorar cuánto espacio reservo, limpio y vacío en mi equipaje, para así poder mantenerme alerta, abierta y receptiva a todo lo importante que me regale esta sucesión de infinitos presentes, regalos que son aqui y ahora siempre. Las tazas llenas no se pueden rellenar si no se vacían previamente, no sólo porque no queda lugar para más líquidos sino porque nada ni nadie se molesta en llenar una taza que ya está llena.
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