Pide un deseo a las estrellas, mi niña, verás cómo se cumple.
Pero mama, yo ya soy feliz, ya me siento plena, el amor y el cariño colman mi mundo, las miradas brillantes y las sonrisas dulces, a veces bañadas en tristezas y dolores me rodean. He convertido la escucha, las palabras y el abrazo en mi profesión. La plenitud me acompaña en el camino y es tanta que irradia y se contagia, y desprende alrededor ese brillo invisible, mágico desde mis ojos.
¿Cómo voy a osar a pedir ningún deseo mama? Si acaso te regalaría a ti ese deseo, madre, que me regalaste estos ojos con los que mirar y esta boca con la que sonreír, tú, que me regalaste el mundo, que sacrificaste gran parte del tuyo por mí.
Y claro, tampoco podemos olvidar a los abandonados por la justicia social, a los aplastados por el feroz capitalismo, a las almas mutiladas, a los ojos sangrantes, a las pupilas enterradas en el pasado, los cuerpos yacientes y flotantes en nuestro mar... Es en ellos en quien debes pensar, ama, cuando mires el cielo nocturno en su intensidad, y cuando te topes con la estrella fugaz, envíales su deseo.
Una cosa sí te pìdo a ti: devuelveme el olor de tu abrazo cuando era niña, no enfríes la calidez de tu vientre, no apagues tu sonrisa de miel... Para así, cuando yo sea mama, mi niña pueda oler tu olor mezclado con el mío, sentir mi calor encendido por el tuyo y paladear el dulce de sonrisa que tu me enseñaste a preparar.
martes, octubre 24, 2006
sábado, octubre 14, 2006
Algo ha hecho que vuelva la mirada hacia el pasado por unos momentos, no es fácil mirar atrás, no es que haya heridas abiertas pero sí hay cicatrices. Siempre pienso que ha de ponerse la mirada en el presente y en el horizonte, pero tampoco debemos ignorar el pasado, es nuestro bagage, nuestro aprendizaje y constituye una gran parte de lo que somos.
Desde que me vine a Tenerife, hace ya un poquito más de tres años, comencé una nueva vida, reconstruí mis piezas y desde entonces hasta hoy he ido creando una realidad y una forma de vida cada vez más acorde con mi naturaleza. Una forma de vida en armonía conmigo misma.
Pero ayer, algo me llevó para allá, y tuve que recordar. No es malo, está bien no olvidar de dónde venimos y quiénes hemos sido para saber valorar lo que ahora somos; avistar las cicatrices desde esta distancia impacta, hacía tiempo que no lo hacia. Sencillamente, en un momento en el que todo es presente y futuro, esta dosis de pasado me ha dejado un poco aturdida. Pasaran los días y esto no será más que otra pequeña pieza más de mi puzzle.
Y bueno, ya me dejo de pajadas, son las 7 de la mañana y en 20 minutos salgo hacia el trabajo. A estar con personas cuyas heridas sangran, toca desinfectarlas y ponerles sendos vendajes, para que ellos, como yo lo hice, puedan recosntruir los ladrillos que los componen.
Desde que me vine a Tenerife, hace ya un poquito más de tres años, comencé una nueva vida, reconstruí mis piezas y desde entonces hasta hoy he ido creando una realidad y una forma de vida cada vez más acorde con mi naturaleza. Una forma de vida en armonía conmigo misma.
Pero ayer, algo me llevó para allá, y tuve que recordar. No es malo, está bien no olvidar de dónde venimos y quiénes hemos sido para saber valorar lo que ahora somos; avistar las cicatrices desde esta distancia impacta, hacía tiempo que no lo hacia. Sencillamente, en un momento en el que todo es presente y futuro, esta dosis de pasado me ha dejado un poco aturdida. Pasaran los días y esto no será más que otra pequeña pieza más de mi puzzle.
Y bueno, ya me dejo de pajadas, son las 7 de la mañana y en 20 minutos salgo hacia el trabajo. A estar con personas cuyas heridas sangran, toca desinfectarlas y ponerles sendos vendajes, para que ellos, como yo lo hice, puedan recosntruir los ladrillos que los componen.
domingo, octubre 01, 2006
Si me miras, sonrío.
Si me abrazas, se desvanece el frío de mi cuerpo.
Si me arañas, sangro.
Si me olvidas, lloran mis ojos por tu recuerdo.
No, no soy etérea, ni aureola, ni nube
estoy hecha de carne, de huesos, de sangre y de piel.
Si me tocas sentirás el calor que me quema.
Si me besas no será el aire el que te envuelva.
Si me rozas verás erizarse mi piel.
Si aprietas mi mano, la mía lo hará también.
Si me abrazas, se desvanece el frío de mi cuerpo.
Si me arañas, sangro.
Si me olvidas, lloran mis ojos por tu recuerdo.
No, no soy etérea, ni aureola, ni nube
estoy hecha de carne, de huesos, de sangre y de piel.
Si me tocas sentirás el calor que me quema.
Si me besas no será el aire el que te envuelva.
Si me rozas verás erizarse mi piel.
Si aprietas mi mano, la mía lo hará también.
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