jueves, marzo 30, 2006

El sueño penetra en mis ojos, y yo lucho contra su efecto, ellos cierran, yo abro. Toda mi energía centrada en abrirlos, y mis párpados pesan más y más, cada vez más....

Y sí, estoy cansada, pero no me he rendido; es mi cuerpo que necesita dormir, le cuesta seguir el ritmo del alma, q está excitada, fascinada, iluminada y llena, repleta, de energía, de ganas nuevas, de intercambio, de apertura... Y claro, ella no quiere dormir, por más que el cuerpo se lo suplique, ella quiere seguir, no quiere parar... no deja de soñar... no puede, embriagada de amor, de afecto que se reproduce, se multiplica... Pero aún quiere más, necesita salir, llegar a los demás, inundar todas esas botellas vacías, o quizá, cambiar los prismas de aquellos ojos que las ven vacías...

Explosión sonora de risas y sonrisas, abrazos que calientan, lágrimas que arrastran el dolor, para que al secar, sean sal que aderece la vida... Nubes de algodón caliente, me protegen del escalofrío, del hielo que habita en la apatía, en la indiferencia, en la ceguera... y no, no me alcanza ese frío cortante, y así, me mantengo despierta, aunque me pesen los párpados, aunque no lo parezca...

Y observo, consciente y dolorosa, la imagen de las mentes, que adormecidas y cómodas, empalagosas y egocéntricas, se hacen inmunes al dolor, sordas al llanto, ciegas al color del desgarro, ciegas a las miradas que gritan en silencio, desesperadas; peor aún, a los ojos que apenas conservan luz, deshumanizados, opacos, mate... a los ojos que no son más que vacío.

Y resulta que, esos ojos, son los suyos, los que habitan en su espejo, que mientras no despierten de su letargo, hipnotizados por lámparas de neón, no volverán a brillar con luz natural, de esa que hace reír y a la vez llorar.

No hay comentarios: