lunes, septiembre 10, 2007

Gira y gira, la Tierra gira, y no para de girar...

Y las cosas dan muchas vueltas y lo que antes ni imaginabas hoy se hace realidad, y lo que antes ya considerabas verdadero, aunque estuviera instalado en el futuro, se desvanece como el humo, porque el futuro no es real, no existe, solo existe hoy y el rastro que deja el ayer.

viernes, junio 15, 2007

Crecí con la idea de que la educación nos hacía más libres, más ricos y más iguales. Crecí creyendo que en la educación (en el sistema educativo) eramos todos iguales, crecí creyendo que las puertas de mi futuro las abriría estudiando mucho y siendo buena, haciendo todo lo que los profes y los mayores me dijeran. Decían que así cuando fuera mayor sería todo lo que yo quisiera. Decían que así sería más libre. Crecí creyendo que la educación era el medio para mejorar nuestra sociedad, que por medio de una nueva pedagogía, una nueva educación no acorde con los modelos franquistas, todo cambiaría. Crecí entre los sueños recientes de una sociedad nueva, recién nacida; una sociedad plena de esperanza que parecía tener las respuestas de un fantástico futuro que estaba apunto de llegar. Una sociedad recientemente democrática (si así puede llamárse) que pasaba página de un oscuro fragmento de su historia y comenzaba a ver las luces de la libertad y la igualdad.

Todo aquello ya pasó, aquellas luces parece que sólo fueron destellos y, ahora, me toca reflexionar sobre el papel que representa la educación en la sociedad en la que vivo hoy, en la que viviré mañana. Sigo creyendo que la educación nos hace más libres y más ricos de espíritu. Pero no cualquier educación, no la educación que yo recibí en la escuela, tampoco la que recibieron mis padres ni abuelos, y tampoco la que veo en práctica hoy en los centros educativos.

Hoy en día, consideramos la educación como único medio de transformación social mientras seguimos viendo cómo reproduce lo peor de nuestra sociedad. Sigo creyendo en que la educación es vital para sacar lo mejor de nosotros mismos y crear el cambio y la mejora. Y no tengo ninguna receta mágica de cómo debería ser la educación hoy, ni de cómo debió antes; pero sé que hay una manera de educar distinta, dentro y fuera de los centros, una educación que no comprende de edades, ni de sexos, ni religiones, ni culturas; una educación como proceso de creación, una educación donde no haya jerarquías, donde uno pueda descubrir el mundo y descubrirse a sí mismo... Y bueno, qué más cosas bonitas puedo decir, que esto va pareciendose más y más a una historia de fantasía demasiadas veces repetida.

Aunque, sí que hay algo que tengo claro: no existe un cambio en el sistema educativo, si no existe un cambio social completo. Nada es independiente de nada y no podemos engañarnos con una escuela igualitaria y libre, si no vivimos en un mundo igualitario y libre. En vano vamos a dar clases de “Educación en valores” si al salir de clase ni siquiera sabemos trasladar esos valores a la vida. Los valores no son sermones que predicar, no es una nueva religión, son una forma de vivir y respetar al ser humano y a la naturaleza, que deben ser sentida y adquirida, y eso no puede hacerse en una hora de clase semanal. En vano hablamos de igualdad de oportunidades si se siguen poniendo en práctica mecanismos de selección fuera y dentro de las escuelas, por no hablar de los conciertos escolares. En vano seguimos hablando de libertad de elección, cuando quien realmente elige es que tiene el que “dispone de medios” para hacerlo. Y en vano ensalzamos conceptos como calidad educativa si la mayoría de las veces carecen de contenido y en las demás contiene significados de interés sólo para quien los predica. Todo esto es tan obviamente absurdo e hipócrita que resulta irritante.

miércoles, abril 25, 2007



Piedra por piedra fui construyendo mi casa, justo después de derrumbarla porque no la había hecho yo y no me gustó como me la dejaron. Ahora es mia, son mis piedras, las pinté con vuestras caras, las perfumé con tus aromas, y ahora yo soy esa casa, más que nunca, verás mi esencia en cada rincón, sentirás el olor de mi sudor mezclado con la sal de mis lágrimas y el sabor de mi sonrisa. Mira bien, verás tambien todas las puertas abiertas las ventanas nunca se cierran, ya no hace frío, vivimos en primavera y aunque a veces el invierno se asoma, preparo un fueguito que me calienta. Vamos, pasa, entra... yo te dejo mis puertas abiertas... y aunque te instales y yo te quiera, las puertas jamás serán cerradas

sábado, marzo 10, 2007

Busco la manera de expresar todo esto que ocurre desde unos meses acá dentro de mí. El otro día, charlando con una amiga me salió esta expresión: me siento como sin gravedad. Mi entorno, mi vida, han cambiado de tal manera que ya casi no me reconozco en el espejo, me he desencadenado de los antiguos soportes y guías y ahora ya todo es distinto. Navego en una ruta nueva y no tengo muy claro el rumbo que llevo. El viento y la corriente me llevan, sé que las cosas van bien, pero son tan distintas... Son tantas las emociones...

Supongo que esto es un paso hacia la madurez, un cambio en el que empiezo a hacer frente o a vivir la vida de otra manera. Esto ha supuesto en mí una fuerte metamorfosis, sigo siendo la misma pero sin serlo, me alejo de lo que fui pero siento que cada vez estoy más cerca de mi propia esencia. He descubierto un mundo que antes no veía y esto ha hecho que todos mis esquemas se hayan transformado, como ya decía Einstein, la energía no desaparece, se transforma. Lo que me ocurre en este momento es que la velocidad de transformación ha acelerado intensamente su proceso y eso es dificil de asimilar.

A veces me encuentro un poco perdida, me cuesta ponerle palabras a todo esto, cosa que hacía mucho tiempo que no me ocurría. Y sí, es un poco como flotar en el espacio, sin gravedad... No, flotar no, fluir es la palabra, fluyo sin descanso en esta voragine de cambios, descubrimientos y encuentros, que me enriquecen y me ayudan a crecer y a abrir la mente, y que a su vez me asustan. No es un miedo paralizante, es un miedo caracterizado por la incertidumbre, por la dificultad de expresarme.

Siento cierta soledad, distinta a las conocidas anteriormente, no estoy angustiada ni busco compañía, no es ese tipo de soledad, es otra, pero es soledad. Es dulce y cálida, y en cierta manera es mi refugio, como un mundo inventado, un hogar imaginario en el que no necesito explicar nada. Como cuando era muy pequeñita e inventé un mundo al que llamé "Itsasmendi" que fue mi refugio ante una realidad que no acababa de gustarme. Pero ahora no es que no me guste la realidad, de hecho, la vivo intensamente, pero de forma paralela encuentro abrigo y sosiego en esta suerte de burbuja calmante.

Y esto es todo, o quizá no, pero estas son las palabras que ahora mismo encuentro para aliviar esta necesidad de expresión que algunas personas, o todas, tenemos.

domingo, febrero 11, 2007


Aqui la tenemos de nuevo, la mar. Esa mar, que todo lo que nos da tambien nos lo quita... La mar, tambien ambigua en sexo, casi siempre prefiero llamarla en femenino, pero es tantas cosas en la misma, tantas cualidades, características opuestas... es el mar y es la mar, es hogar y es tumba, es lugar de transito, alimento y hambruna, fuente de vida y de muerte, abrazo y espina clavada, profunda; es dolor y su cura, es realidad y mitología, cuento y leyenda, es intensa, arrasadora y suave caricia, refugio y desamparo,... El mar, la mar... Santuario de almas errantes, apátridas; escenario de aventuras, de nuevos hallazgos y antiguos amores, de tesoros escondidos. Frágil ante la cruel mano del ser humano; despiadada y feroz ante la efímera vida de una persona. La mar, madre de la vida, y el mar, su verdugo.